Capitulo 59. La Audacia De La Prisionera
La euforia del descubrimiento fue una droga de corta duración. Durante unos gloriosos segundos, en el silencio de la sala de control a las 3 de la mañana, Isabela sintió que tenía el mundo en sus manos. La villa Moretti. La biblioteca. Los leones de piedra. Tenía el mapa del tesoro.
Y entonces, el muro de la realidad se estrelló contra ella con la fuerza de un tren de mercancías.
Estaba atrapada. Una prisionera en un búnker de alta seguridad a cientos de kilómetros de distancia de su objetivo. La villa, su hogar de la infancia, era ahora una fortaleza enemiga, controlada por la misma gente de la que se escondía. La respuesta estaba al alcance de su mano, tan cerca que casi podía oler el polvo de los viejos libros de la biblioteca, pero era inalcanzable. Era como morir de sed mientras se mira un espejismo.
La frustración era una bilis amarga en su garganta. Se apoyó en la consola, su frente fría contra el metal, una sensación de impotencia tan abrumadora que casi la ahoga.
Su primer in