Capitulo 58. El Eco de la LLave
La llave de plata era fría y pesada en la palma de la mano de Isabela, un ancla tangible a un pasado que se sentía cada vez más como un laberinto de fantasmas. Elena se la había entregado con manos temblorosas, un acto de traición a su señor actual y de lealtad suprema a la memoria de Antonella. Ahora, Isabela tenía la llave. Pero la cerradura estaba en algún lugar del mundo, oculta por veinte años de dolor y secretos.
¿Cómo se encuentra una caja empaquetada hace dos décadas desde el interior de un búnker de alta seguridad? La respuesta, se dio cuenta Isabela, no era con fuerza, sino con inteligencia. Con sigilo.
Su estrategia comenzó con Elena. Se convirtió en su sombra, ayudándola en sus tareas diarias en la cocina, en la lavandería, creando una rutina de intimidad doméstica que adormecería cualquier sospecha. Bajo el pretexto de querer "conectar con el abuelo que recordaba", comenzó su interrogatorio sutil.
—Mi abuelo siempre fue tan... meticuloso, ¿verdad, Elena? —dijo un día, mie