Capitulo 45. El Fuego y El Hielo
El regreso al búnker fue un descenso al silencio. La adrenalina de la operación, que había mantenido a Isabela funcionando con la precisión de una máquina, se disipó como el humo, dejando tras de sí un agotamiento tan profundo que le dolían los huesos y un frío que no tenía nada que ver con la temperatura.
Alessandro la esperaba en la sala de control. Estaba de pie, inmóvil, una figura recortada contra el resplandor azul de los monitores. No preguntó cómo había ido. Lo sabía. La ausencia de un prisionero y el cansancio mortal en el rostro de ella eran un informe en sí mismos.
Isabela se acercó a la mesa de acero, el centro de su universo compartido, y lo miró directamente a los ojos, la armadura de la comandante todavía firmemente en su lugar.
—El almacén estaba vacío —dijo, su voz era un instrumento plano, desprovisto de emoción. Era su primera gran mentira estratégica, y sintió el peso de cada sílaba en su lengua—. Un callejón sin salida. Matones de bajo nivel, a juzgar por los rest