La casa quedó en un silencio sepulcral después del escándalo de la noche anterior. Lady Mercy había ordenado que Clara permaneciera en su habitación hasta que "se tomara una decisión sobre su futuro", palabras que sonaban tanto a amenaza como a sentencia. Sophia había llorado durante horas, negándose a separarse de Clara hasta que el agotamiento finalmente la venció.
Ahora, en las primeras horas de la mañana, Clara estaba sentada junto a la ventana de su habitación, observando el jardín bañado por la luz grisácea del amanecer. No había dormido. No podía. Cada vez que cerraba los ojos veía el rostro de Adrian lleno de preguntas, la sonrisa triunfante de Victor, los ojos acusadores de Lady Mercy.
Un golpe suave en la puerta la sobr