La noche había caído sobre la mansión Delacroix como un manto de terciopelo negro. Clara se retiró a sus aposentos después de una cena particularmente tensa, donde las miradas de Victor habían sido más intensas que de costumbre. Cada vez que levantaba la vista, encontraba aquellos ojos verdes estudiándola con una mezcla de curiosidad y algo más profundo que no se atrevía a nombrar.
Ahora, en la soledad de su habitación, Clara se preparaba para dormir. Se cepilló el cabello con movimientos lentos frente al espejo, observando su reflejo como si buscara en él a la mujer que una vez fue. ¿Dónde había quedado Evelyn D'Armont? A veces sentía que esa joven aristócrata se desvanecía un poco más cada día, mientras Clara Morel tomaba forma y sustancia.
—Esto es lo correcto —murmuró para sí misma, dejando el c