Después de largas horas de pelear con el rey Ares sobre si debía irse o quedarse, cuando Helena finalmente se dio cuenta de que hablaba en serio acerca de no dejar su pupilo, se quedó dormida y el rey Ares se quedó con ella toda la noche y la observó dormir.
No pudo dormir esa noche y a la mañana siguiente estaba de mal humor y sentía sus ojos como si le hubieran vertido una bolsa de grava. Necesitaba descansar un poco, pero primero debía ocuparse de algo.
Mirar a Helena dormida le había hecho reflexionar sobre lo que ella le había dicho en el calabozo cuando fue a verla. Ella le había dicho que Tatiana era su enemigo. Que ella era la hija de Alfa Mason de la manada Plata y que él la había enviado aquí en una misión.
También dijo que Alfa Mason estaba planeando destronarlo y asumir el cargo del rey Alfa Supremo.
Esas palabras nunca habían abandonado su mente.
Había estado reflexionando, contemplando, preguntándose si esas palabras provenían de un lugar de desesperación. Quería dejarlos