23. Posponiendo lo inevitable
Garrett caminó junto a Livia como una persona condenada a muerte. Sabía lo que su confesión iba a ocasionar, pero no podía simplemente continuar como hasta ahora. No cuando de verdad añoraba tener una relación con ella.
Sin importar lo que iba a costarle, le debía honestidad. Era lo menos que podía hacer luego de robarle la inocencia sin ninguna contemplación.
Livia podía sentir ese debate interior de Garrett, la tensión en su cuerpo era como una bandera que gritaba peligro. Se mordió el labio, preguntándose: ¿qué tan grave era lo que tenía que decirle? ¿Se trataba de él o de ella? La incertidumbre no era una buena consejera y, de nuevo, pensó en ese ramo de flores que no fue para ella.
La opresión en su pecho fue haciéndose cada vez más fuerte con cada paso que daban hacia la salida de desembarque. Livia apretó las manos en dos puños y trató de distraerse con el bullicio de la gente, pero siempre terminaba viendo a Garrett y ese rostro que parecía estar