19. No soy digno de ti
19. No soy digno de ti
La emoción lo dejó estático sobre la silla. El corazón le latía como una locomotora, se puso de pie y miró a la mujer.
—¿Puedo verla? —preguntó. Había escuchado bien, pero necesitaba que la enfermera se lo confirmara.
—Sí. Venga conmigo —le dijo.
Knox se sintió mareado. Caminó detrás de la mujer con pasos lentos e inseguros, sus manos cerradas en dos firmes puños. No podía describir lo que sentía. Estaba lleno de emoción y de culpa.
—Le daré un traje quirúrgico para que pueda entrar. Aún se encuentra en la incubadora, pero el peligro ya ha pasado —expresó la enfermera, abriendo la puerta de una pequeña habitación.
Knox asintió, no hizo comentario alguno. No porque no tuviera nada que preguntar, tenía la garganta cerrada por el cúmulo de sentimientos que lo embargaba. En silencio, recibió la bata y se la colocó sobre el cuerpo, se puso el gorro y la mascarilla.
Dos minutos más tarde, caminaba detrás de la enfermera de nuevo. Él se quedó quieto como una estatua cu