—Nosotros no solo ofrecemos transparencia —dijo con firmeza —La demostramos.

El golpe fue devastador para Santiago. En cuestión de horas, la junta firmó el contrato con el Grupo Allen. Los flashes de las cámaras se dispararon mientras Shaya y Eryx rubricaban los documentos. Ren, de pie a su lado, contenía la emoción; lo habían logrado.

Era un contrato multimillonario, uno de los más grandes del continente. El éxito era absoluto. Las acciones del Grupo Allen subieron, los medios elogiaban la estrategia impecable, y los nombres de Eryx y Shaya brillaban en los titulares financieros.

Mientras tanto, en la oficina de Santiago, el silencio era sepulcral. La televisión transmitía en vivo la firma del acuerdo. Viktor D’Amelio, furioso, lanzó su copa contra la pared.

—Me usaste —le gritó a Santiago —Me arrastraste a tu guerra personal.

Claudia, pálida, intentó calmarlo, pero fue inútil. Viktor juró venganza antes de marcharse, dejando tras de sí un aroma de whisky y derrota.

Santiago se dejó