53. El Fuego que Une
Esa tarde, una reunión clave se llevó a cabo en un café discreto del centro. Emilia llegó primero, impecable, con sus gafas oscuras y su perfume caro. Cuando Shaya entró, la observó con la misma mezcla de cautela y repulsión.
—No creas que hago esto por ti —dijo Emilia en cuanto se sentaron —Lo hago porque Claudia me traicionó.
—No necesito tus motivos —replicó Shaya —Solo tus pruebas.
Emilia le deslizó un sobre.
—Ahí tienes lo que buscas. Registros bancarios, transferencias a jueces, correos cifrados. Si los usas bien, puedes hundir a toda la familia Pavón. Pero cuidado, Shaya, los tiburones se devoran entre ellos, incluso cuando creen estar del mismo lado.
Shaya tomó el sobre con calma.
—No te preocupes —dijo con una serenidad que asustaba —No pienso nadar entre tiburones. Voy a prender fuego al océano.
Emilia sonrió, satisfecha.
—Entonces veamos quién sobrevive a tu incendio.
Esa noche, Shaya volvió a la mansión Allen. Eryx la esperaba en el despacho, revisando documentos