Reglas claras, conservan la amistad y un noviazgo por contrato.
—¿Qué mierda?
Esa era la pregunta que había quedado en el aire, después de que esa arpía salió de mi oficina, dejando todo este ambiente meloso y sexual que me dejó cachondo.
¡Vamos que no soy de piedra! Y la mujer estaba que te la comías con cuchillo y tenedor.
Esa blusa transparente que dejaba ver esas hermosas curvas y esos dos picos que tenía ganas de probar que decir de esa falda de tubo negra que resaltaba esas largas piernas con esos zapatos.
—¡Mierda, ya bájate idiota!
Me mentalizado y lo mentalizo bajando las revoluciones, es que esta mujer me ponía no solo los pelos. Me siento en mi asiento que huele a ella, tomo café de la misma taza que se sirvió ella y agarro el croissant de chocolate que se me chorrea a la primera mordida.
—¡Maldito seas Loren! Este debiste ser tú, solo tú conoces lo que me pasa con estas cosas. Ahora entiendo por qué fuiste a buscar a Louise. Viejo mañoso, juro que me las vas a pagar.
Con la calma que no tengo y la paciencia borde de querer salir tras d