Noche de ronda.
—Esto si que es vida—es lo primero que digo al quitarme los zapatos cuando llego a casa.
Estas semanas han sido un tanto extrañas después de volver a Nueva York. Definitivamente, me estaba acostumbrando al colorido y apacible de Dublín y a los quejidos enfermizos de ese descerebrado, pero... solo un pero y es el que extraño a montones y esa es Louise, siento como si me faltara una parte muy importante de mi y no me gusta esa sensación.
—Y lo peor de todo es que ni siquiera me ha llamado hoy, me tiene echada al olvido.
—¿Quién oza tenerte en el olvido, preciosa?
—¡Oli! —me vuelvo para ver a mi amigo y me quedo pasmada, creo que se me saldrán los ojos en este mismo momento de la impresión—¿Qué mierdas haces en traje de Adán en nuestra casa?
—Me tuve que dar una ducha, un pendejo odios me lanzó un café en mi hermoso torso y lo peor ¡Sobre mi camisa Hugo BOSS! Y lo siento mi reina, pero estoy con una minúscula toalla porque fue lo que encontré, no desnudo.
—Entiendo que te quisieras saca