Cap. 8 Dulce te cerró el paso
Dayana asintió lentamente. La fatiga, un peso de plomo, cayó sobre sus hombros de repente. El día había sido una montaña rusa de furia, confrontación y dolor.
—Sí… lo haremos. Mañana —dijo, con una voz que apenas era un susurro.
—Ahora no puedo más. No puedo lidiar ni un minuto más con los Bianchi, sus mentiras o sus fantasmas. Estoy… destrozada.
Y sin añadir nada más, se dio la vuelta y se refugió en su habitación, buscando en el sueño un breve olvido del infierno que su vida se había convertido.
A la mañana siguiente, con las tazas de café humeantes entre ellas, Felicia tomó las manos de Dayana.
—Te perdí dos veces, mi niña —dijo, con los ojos llenos de lágrimas.
—Primero, cuando te casaste y te alejaron de mí. Y la segunda… la segunda fue ese día. Tú no "perdiste" al bebé, Dayana. Te lo arrebataron. Fue una caída en las escaleras de la mansión. Pero no fue un accidente. —Hizo una pausa para contener el sollozo.
—Dulce te cerró el paso. Hubo un forcejeo. Y Bárbara… Bárbara estaba al