POV Rodrigo
Apenas la puerta se cierra tras ella, el silencio se instala en el restaurante como un susurro incómodo.
Sigo de pie junto a la mesa, observando el espacio que hace segundos contenía su cuerpo. Su aroma aún flota en el aire, mezcla de vino, deseo y ese algo tan de ella que no sé describir pero que reconozco de inmediato.
Camino hacia la mesa. La botella está a medio vaciar. El mantel arrugado. Y ahí está. Encima de una de las sillas, su delicada y diminuta pantie negra de encajes. La tomo con cuidado, como si fuera una reliquia. Lo guardo, no por morbo, sino porque necesito aferrarme a algo que pruebe que lo que pasó entre nosotros fue real.
Que fue de verdad.
Me recuesto en la silla, cierro los ojos y la revivo. Su voz entrecortada, sus gemidos, sus ojos pidiéndome más. “Soy tuya” me dijo. Y aunque sé que no es cierto… yo lo creí.
Me pierdo en mis pensamientos y cuando veo ya ha oscurecido. Tomó las llaves de mi coche, cierro bien todo y salgo del restaur