58

El pasado no desaparece solo porque el presente ha cambiado.

No importa cuántos kilómetros ponga entre lo que fui y lo que quiero ser, hay cicatrices que siguen latiendo, que se niegan a cerrarse del todo.

Lo supe la primera noche en la cabaña, cuando desperté con un grito atrapado en la garganta y el cuerpo cubierto de sudor frío.

Los sueños no eran sueños.

Eran fragmentos de recuerdos.

Sombras de un pasado que no terminaba de soltarme.

Las imágenes eran siempre las mismas.

El metal frío de un arma contra mi piel.

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