Las palabras en la pantalla parecían arder en mi piel.
"Si no lo dejas, él será el siguiente."
No había remitente.
No había explicación.
Solo esa advertencia.
Una promesa envuelta en amenaza.
Sentí un escalofrío recorrerme la espalda mientras la realidad me golpeaba como un puño cerrado en el estómago.
No se trataba de mí.
Nunca se había tratado solo de mí.
Era Santiago.
Era su vida.
Su seguridad.
Su futuro.
Si me quedaba a su lado, lo destruiría.
Y no podía permitirlo.
No después de todo lo que habíamos pasado.
No después de haberlo encontrado solo para perderlo de la peor manera posible.
***
No dormí esa noche.
Me quedé en la silla junto a su cama, observándolo en la penumbra del hospital, memoriz