— Milo, ¿cómo no venir? Es un gran momento para la empresa, para ti—La voz de Violet lo ayudó a volver a su realidad—. Me alegro que hayas cerrado ese trato tan bueno, nuestra madre está fascinada, y algo preocupada también.
Él rodó sus ojos y sonrió.
—¿Por dónde pasan esta noche las preocupaciones de nuestra madre?
—Tu soltería. Debes asentarte, crear tu propia familia, eso es lo que dice—sonrió ella—. Y tal parece que Melody es la candidata ideal para ti.
—¿Lo crees? —la miró retador y con una semi sonrisa, a sabiendas de que ella no podía tolerar a las mujeres como la rubia.
_ No dudo de que nuestra madre lo vea así. Melody es una mujer que Vive de las apariencias y agrega valor a un hombre de empresa. Sería “un Gran activo para Milo”—imitó a la inefable Beth Monahan, su madre, con una Voz impostada que lo hizo reír.
—¿Crees que nuestra progenitora está interesada en tener nietos?
—¿Qué le recuerden que envejece y debe pasar más seguido por el Quirófano? No creo—Violet le guiñó un ojo, para luego quedar pensativa.
No Dejaba de ser triste que bromearan sobre la superficialidad de su madre, Porque era algo que había herido a todos—. ¿Tú crees que es la mujer para ti, Milo?
—No lo sé, tal vez—dijo él, sin convicción.
—¿Alguien tan vacío y sin sentimientos reales? ¿Qué hay del amor? Parece que todo se reduce a tratos.
—Ay, hermanita—meneó la cabeza—No existe eso que llamas amor Verdadero. Tú sueñas con el romance, esas novelas que lees te han Proyectado una idea del mundo y los hombres que no existe.
—Que tú no creas en ello porque te has construido esa pared que es una coraza para tu corazón no implica que no exista alguien perfecto que te Pueda querer por quién eres en verdad—defendió ella su postura.
—¿Quién se acercaría a mi sin pensar en quién soy o qué puedo hacer por ella? Seamos honestos—su voz destilaba incredulidad.
—Alguien que te vea de verdad—dijo ella con cariño.
Milo era un hombre bueno que no podía o no quería dejarse ver en verdad, lo tenía claro.
—Eso del amor para siempre y las parejas que comen perdices es una tontería, Violet.
—Melody es una perra—dijo ella, volviendo al punto.
—¡Vocabulario, hermanita! —fingió escandalizarse él.
_ No hay ropa, maquillaje sofisticado u outfit de moda que pueda disfrazar cuán vana y vacía es. Jamás podría satisfacer tu necesidad de cariño.
—Supones que tengo algo así—bufó él y ella sonrió.
—Sé que es así, soy tu conciencia.
—Hermana menor, no tengo conciencia. No me puedo dar ese lujo, soy un tiburón en aguas oscuras. Mis rivales verían a la conciencia como sangre sobre la que precipitarse.
—Tan frio y estoico como te muestras, tan grandote y musculoso como eres, tan lejano como quieres mostrarte, te conozco—le divirtió ver la seria exposición de Violet —. Llegará el día en que alguien rompa esa pared y te sacuda.
—Parece que lo disfrutarías—arrugó el entrecejo.
—Claro que sí. Veré con alegría que una mujer te mueva el piso. Una de verdad. No le des lugar en tu vida a Melodía—sentenció.
—Anda, ve. Disfruta de la fiesta y no te pongas en tren de rezongar a tus hermanos—le dio una palmadita en su espalda y le sonrió—. Allá están Kaleb y Aiden y necesitan tus reprimendas más que yo.
Sus dos hermanos se veían serios y aburridos, aunque factiblemente a la caza de algunas chicas que quisieran entretenerlos más allá de la fiesta. Suspiró. Estaba cansado y si bien el motivo del festejo lo satisfacía, pues era el cierre de uno de los negocios más importantes de los últimos años y como tal debía ser anunciado con bombos y platillos a la prensa y a los rivales, no veía la hora de que todo terminara. Follar, descansar, dormir, esas eran sus prioridades ahora mismo. Comenzaba a hastiarse de sonreír y hablar sin mayor sentido.
— Milo, querido—se volvió para recibir a su madre, que se había acercado con Melody a su lado.
La blonda lo miraba sin pudor, recorriendo cada uno de los músculos de su cuerpo, adivinándolos con lascivia. Sonrió en respuesta y deslizó su vista deleitándose con esos senos enhiestos y levantados, dos bolas inmóviles que hacían un escote fenomenal y que eran la mejor promoción de la opulencia de un bisturí de primera.
La falda del vestido apenas cubría la mitad de sus muslos y daba vista a sus piernas kilométricas, unas que se hacían más largas con esos tacones con los que su miembro ya había comenzado a fantasear. Ella sonrió con placer ante el escrutinio y su vista hambrienta se posó con descaro en la carpa evidente de su pantalón. Su madre continuó hablando mientras ambos se devoraban.
—Melody me dice que la tienes un tanto abandonada. Le he comentado que sin duda este éxito que hoy coronas ha de ser la principal explicación.
—Madre— le sonrió con cierta frialdad—. Dices bien.
Le encantaba el sexo y ella era una mujer sin inhibiciones, aunque algo en él se rebelaba ante el juego. Le hastiaba la facilidad y la falta de desafío que implicaba Melody. Su cuerpo reaccionaba con obvia facilidad al físico privilegiado de la hembra, su miembro la quería ya, pero su mente no parecía acompañar el deseo.
Una noche con ella sería una gimnasia sucia, sudorosa y apasionada, pero vacía de sentimientos. Bufó ante los desvaríos de su mente. ¿Sentimientos? Violet lo había impresionado más de lo necesario. Buscó concentrarse y vio que la rubia platinada pasar la lengua con cadencia por el labio superior para luego morder el inferior.
—Extraño tu compañía. Nuestras salidas tan divertidas. En el momento en el que ella levantó su brazo aparatosamente para arreglar su cabello, una bandeja inoportuna se interpuso y las copas que portaba se deslizaron, volcando el contenido sobre la persona que servía, salpicando unas gotas a Melody. Esto provocó el exagerado grito de fastidio y rabia de la mujer, que dio paso a la transformación de su rostro en una máscara fría y desdeñosa. Su voz se elevó:
—¡Es inaudito que una persona tan torpe pueda servir en un lugar tan selecto! —increpó a la moza—. ¿Sabes el valor de este vestido? No alcanzaría toda una vida de tu salario para pagarlo. Aunque imagino que mover todo ese cuerpo con fluidez debe ser imposible.
—Yo… Mil perdones, fue un mal paso—la voz temblorosa y baja, llamó la atención de Milo, que en un principio había torcido la vista para no aguantar la perorata destemplada de Melody. No le gustaba que esta mostrara su carácter caprichoso en público y menos aún que hostigara sin necesidad a quienes trabajaban. Al mirar a la mujer implicada en el incidente, se vio impactado por el rostro arrebolado y los ojos aterrados de una mujercita de mediana estatura y de curvas rotundas que el uniforme apenas podía contener.
La diatriba venenosa de Melody continuó, pero para Milo fue evidente que si alguien había sido afectado por el encontronazo era la pequeña moza. Sus ojos se concentraron en los senos traslúcidos por la camisa empapada. Su masculinidad se sacudió al notar esos globos abundantes y gloriosos, pesados y con los pezones como roca por el frio líquido.