Iván vio cómo sus manos aún permanecían unidas por medio de la presentación, y de un solo movimiento, las separó.
—No… la toques… —dijo de forma firme sin dejar de mirar a Alexey.
El hombre entendió la tensión, y carraspeando asintió.
—No pasa nada, Iván… Además, quiero mostrarte algo… —Alexey apretó el hombro de Iván, y lo instó a unirse—. Vendremos en un momento… Sibel… puedes tomar lo que quieras…
Alexey comenzó a caminar, pero Iván no le siguió el paso, y se dirigió a Sibel.
—No te muevas de aquí… nuestra estadía será corta… —ella parpadeó rápido y luego desapareció de su vista.
Sibel se sentó tomando el aliento y luego miró a Sora.
—¿Ahora qué hice? —Sora alzó los hombros y negó.
—Solo… quédese ahí…
Alexey pasó a Iván a un sitio privado, y le mostró algunos lingotes de oro, que tenían su marca personal.
—Trabajo duro… —Iván sonrió cínicamente, esta costumbre del pendejo seguía intacta de estar mostrándole su poder, y le fastidiaba un poco su estupidez.
—Qué bueno… y qué