CAPÍTULO 80. No omitas ni un solo detalle
Gabriel no podía explicarlo, pero aquel mal presentimiento lo hacía conducir más rápido por la carretera que subía a la cabaña. No había dejado sola a Marianne, se había asegurado de quedarse hasta que Stela estuviera con ella, y habían hablado hacía menos de media hora, pero aun así no estaba tranquilo.
Intentó llamarla varias veces pero el teléfono lo mandaba directamente a buzón. Reed empezó a ponerse nervioso e hizo lo mismo con el número de Stela.
—Maldición, Stela tampoco responde.
Gabriel pisó con fuerza el acelerador, pero de repente frenó, señalando algo a un costado del camino. Faltaban como trescientos metros para llegar a la cabaña y había un sedán estacionado en medio de la nada.
—¿Qué hace este auto aquí? —murmuró Gabriel antes de apresurarse a llegar a la casa.
Sin embargo la escena que lo esperaba espantó a Reed tanto como a él.
—¡Stela! —gritó Morgan bajándose de la camioneta y corriendo hacia ella mientras Gabriel sacaba el arma que tenía en la guantera.
A pocos paso