CAPÍTULO 48. Al menos ahora estarán juntos
Reed sacudió a Stela por los hombros para llamar su atención y luego tiró de ella para sacarla del auto.
—¡Oye, tienes que calmarte! ¡Así no vas a lograr nada! —dijo abriendo su departamento y haciéndola entrar.
—¡Es que no aparece Reed! ¿Dónde diablos se metió? —se desesperó Stela—. ¡En un momento estaba en la camioneta y en el otro ya no estaba! ¿A dónde se fue?
Reed se llevó una mano al puente de la nariz y negó con cansancio. Llevaban toda la noche buscándola y no habían logrado encontrarla por ningún lado.
—Quizás… no sé, vamos de nuevo a mi departamento, a la cabaña de Mount Rainier… ¡A algún lado! —exclamó Stela y el médico asintió.
—Claro… vamos a donde quieras, pero déjame hacernos un par de cafés porque estoy desorientado, ¿sí?
Stela asintió y se sentó por un instante en una de las banquetas del departamento de Reed. Estaba más que preocupada por Marianne, porque sabía lo mucho que estaba sufriendo y no quería que hiciera ninguna locura.
Reed estaba apenas poniendo la cafete