CAPÍTULO 32. Ella no te necesita

Gabriel miró el cuaderno que Asli le ponía en las manos, se notaba que era muy viejo y que lo habían usado mucho.

—¿Qué diablos es esto? —dijo sin abrirlo.

—La prueba de que estás en peligro —replicó ella encogiéndose de hombros—. Sé que crees que Marianne es una chica linda a la que le gustas. Y te entiendo, tantos años en el ejército… Un hombre como tú debe tener necesidades muy… ¡grandes!

—¿Quieres ir al grano de una puñetera vez? —le gruño Gabriel con impaciencia, porque aquel intento barato de coqueteo de Asli estaba lejos de provocarle alguna buena reacción.

—Ese es el primero de muchos cuadernos —dijo ella dándole la vuelta a un escritorio y sacando otros que lanzó sobre él—. Te conoció cuando estuvo con nuestro padre en uno de sus viajes y desde ese día se obsesionó contigo. ¿Tú no la recuerdas? —Gabriel negó—. ¡Es obvio, no había de ella mucho para recordar, es tan… básica, tan simple!

—¡Abrevia! —volvió a gruñir Gabriel y eso puso a Asli de mal humor.

—Solo es una loca, no e
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