CAPÍTULO 30. Una mujer obsesionada
Si alguien le hubiera preguntado a Asli Grey por qué odiaba tanto a su hermanastra, habría dado una larga lista de motivos de los que el único responsable real era su padre. Sin embargo, como no era capaz de culpar a su propio padre, prefería culparla a ella, a la bastarda, a la hija que se lo habría quitado de haber podido.
Sin importar la lógica o la verdad, para Asli la única culpable de que Hamilt Grey un día hubiera hecho sus maletas… era Marianne.
Su madre podía seguir creyendo esa estupidez de que Hamilt la había elegido a ella, pero Asli sabía la verdad: si Astor no hubiera metido las manos en ese asunto, su padre se habría largado con su put@ y su bastarda.
Lo único que quería, lo único que deseaba, era que acabara de salir de su camino de una buena vez. Y como por el momento no podía hacerle nada a ella, se conformó con destrozar su habitación… hasta que encontró aquello. Entonces todo tuvo sentido para ella, y esa certeza de que otra vez tenía cómo hacerla sufrir se apoderó