Aproveché los minutos que me quedaban para darme una ducha rápida en los vestuarios del gimnasio y después ya me encontraba vestida con el uniforme, lista para ir a trabajar a la bibliotecva.
— Alejo, ya llegué. — avisé al entrar a su oficina y ver lo sombrío que estaba el lugar.
Me acordé de la pared donde estaba el interruptor de la luz y con ayuda de mi intuición fui hasta allí. La penumbra era absoluta y la idea de que Alejo no me hubiera contestado me inquietaba.
— Sol… apaga las luces. Quiero descansar. — me reprendió Alejo, dando por primera vez señales de vida.
Al escuchar su voz me asusté porque todavía no sabía con exactitud dónde se encontraba.
— Vaya… Al parecer no sólo los vampiros tuvieron una mala noche. — coment&eacut