Capítulo 2
Ivana despertó al día siguiente con el zumbido insistente del celular.

Todavía medio dormida, vio que tenía más de diez mensajes de voz de su suegra, Ana.

Sin pensarlo mucho, le dio play al primero. La voz agitada de Ana llenó la habitación.

—Ivana, mi vida, otro mes y nada... ¿no has sentido ni un síntoma?

—No quiero meter presión, pero tú y Nelson tienen que ponerle ganas. Este año sí o sí quiero un nieto...

Ivana, con los nervios de punta, detuvo el audio de inmediato. Pero ya era tarde.

Al levantar la vista, vio a Nelson saliendo del baño.

Él se estaba abotonando la camisa, pero al oír el mensaje, se quedó quieto.

La miró unos segundos, luego soltó una risa baja y seca, cargada de ironía.

—¿Así de desesperada estás que hasta haces que mi mamá me tire indirectas en la mañana?

Ivana se quedó paralizada. Intentó explicarse.

—No, Nelson... yo no fue...

Intentó explicarse, pero él se le acercó y la tomó del mentón con firmeza.

Con el pulgar y el dedo medio la obligó a mantener la cabeza en alto, mientras el índice le rozaba despacio la piel del cuello.

Sus ojos descendieron por su clavícula, deteniéndose en la tela del camisón.

—¿Ah, no fue tu intención? Entonces explícame por qué sigues usando eso.

Ivana bajó la mirada, confundida.

Aún tenía puesto el camisón negro de encaje que se había puesto anoche. Con tantas emociones, había olvidado cambiarse.

La tela resaltaba el blanco de su piel, y dejaba poco a la imaginación. Desde donde Nelson estaba, era imposible no notar las curvas marcadas, el escote, la fragilidad.

Nelson tragó saliva con esfuerzo, la tensión se le notaba hasta en la cara.

Las palabras de su grupo de amigos le cruzaron por la mente como un disparo:

"Con ese cuerpo que tiene Ivana, ¿de verdad te aguantas sin tocarla?"

Su expresión se endureció.

De pronto, la soltó bruscamente, dio media vuelta y miró hacia otro lado.

—Qué pena, pero tu plan no va a funcionar.

—Lo del bebé ya está arreglado. Cámbiate, salimos en media hora.

Y sin agregar nada más, salió de la habitación.

Ivana se quedó quieta, aturdida.

¿Arreglado? ¿Qué bebé?

Media hora después, el Maybach negro se detuvo frente a un edificio.

Ivana lo reconoció de inmediato. Su corazón dio un vuelco.

—Nelson... ¿por qué me trajiste al hospital?
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