La discoteca era muy elegante y estaba bien administrada.
Funcionaba con un sistema de membresía.
Casi no había gente problemática ni de mala educación.
Todos eran personas educadas, con modales, que iban a bailar solo para divertirse y relajarse.
Después de tantos años, a simple vista el lugar seguía igual, pero si te fijabas se notaba que la decoración había sido renovada.
Y ya se sabe: cuando algo se renueva, rara vez conserva su esencia original.
Valerie llevaba puesta un tapabocas y una gorra.
Se había cambiado a una blusa ajustada y pantalón corto.
Con su melena ondulada suelta sobre los hombros, parecía una adolescente rebelde.
Antes solía llevar el cabello corto, y me di cuenta de que con el pelo largo se veía mucho mejor, más femenina.
Yo, desde que tuve hijos, ya no uso pantalones cortos ni faldas cortas.
Para bailar me puse un suéter ajustado y unos jeans.
En cuanto entramos, Valerie y yo empezamos a mirar alrededor.
La discoteca aún conservaba un muro de recuerdos.
Por suer