Capítulo 873
Mateo se dirigía hacia la cama, como si fuera a acostarse.

Yo apreté los dientes y corrí hacia él.

Justo cuando estaba por subirse, lo abracé fuerte por la cintura.

Su cuerpo se estremeció.

Sin darle chance de reaccionar, empecé a besarle la espalda.

Acababa de ducharse y, de su piel, salía un aroma fresco y agradable.

Con cada beso, los músculos de su cuerpo se tensaban más y más.

Cuando estuve a punto de desatarle la toalla, me agarró de la mano bruscamente y se giró para mirarme.

Sus ojos oscuros parecían una tormenta a punto de estallar.

Antes de que pudiera decir esas palabras hirientes que siempre usaba, me zafé, lo empujé del pecho y lo tiré sobre la cama, cubriéndolo con mi cuerpo.

—¡Mateo! —murmuró en voz baja, apretándome los hombros con la mirada ardiendo.

—¿Estás loca? ¡Lárgate!

Ni mis caricias ni mis provocaciones parecían surtir efecto.

Su cuerpo reaccionaba, sentía algo por mí y, aun así, por sus sospechas y sus miedos, se contenía.

¿Sería que yo no sabía provocarlo lo s
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