Javier me dijo que el papel de Valerie en Ruitalia ya estaba confirmado y que en unos diez días iría allá.
Me pidió que fuera con ellos, así tendría una excusa.
Sí, después de todo fue Mateo el que me prohibió, con sus propias palabras, volver nunca más a Ruitalia.
Así que esta vez necesitaba un motivo para regresar.
Solo de pensar en la enfermedad de Embi, mi corazón se llenaba de ansiedad y angustia.
Después de cuatro años, ya no sabía ni cómo ver a ese hombre a los ojos.
Y mucho menos estando embarazada de nuestro tercer hijo.
Solo pensarlo me ponía los nervios de punta.
Tres días después del banquete, Valerie vino a decirme que iba a una cita y me pidió que le prestara a Embi y Luki.
Jamás imaginé que su cita sería con alguien conocido.
En realidad, a Valerie nunca le gustaron las citas.
Zella le había presentado muchos pretendientes: hijos de sus compañeros de clase, de sus amigas, de sus colegas, hasta hijos de las amigas de sus amigas. Siempre que había un hombre en edad de casa