Qué ridículo...
¿Qué clase de odio me tiene esa perra, como para que se meta con mi familia, y sea capaz de destruir poco a poco ese hogar que alguna vez fue feliz?
Al final, lo peor no es la gente que se le nota que es mala, sino los que por fuera parecen inofensivos, frágiles y puros, pero por dentro son tan crueles como el diablo.
Miré a mi hermano y le pregunté:
—¿La amas mucho, ¿verdad?
Esta vez él no se quedó callado ni lo negó.
Con la voz quebrada, me contestó con tristeza:
—Es la primera muchacha que me gustó y la única que he amado. Podría decir que la amo tanto que hasta daría la vida por ella.
Respiré hondo, con un dolor punzante en el pecho.
Pensé que quizá la novia de mi hermano no era fácil de tratar, que tal vez no lo quería de verdad.
Pero nunca me imaginé que sería Camila.
¿Por qué tenía que ser precisamente ella?
Mi hermano me agarró la mano y me dijo con urgencia:
—Sé que Camila es muy importante para Mateo, y por eso tú no la soportas. Pero ella es inocente, me dijo