Capítulo 515
Solo escuché cómo exhaló.

Ese sonido me hizo tensar el corazón.

—¿Mateo?

No me respondió, solo se quedó de pie apoyado en el marco de la puerta.

Rápido, me puse a buscar el interruptor de la lámpara grande junto a mí.

Cuando se encendió la luz del cuarto, lo vi de inmediato: Mateo estaba en la puerta, con la cara totalmente pálida, agarrándose el pecho.

—¡Ah! ¿Qué te pasó? ¿Te lastimé la herida sin querer cuando te choqué?

Corrí hacia él para agarrarlo.

Pero él, molesto, apartó mi mano bruscamente, mirándome, entre bravo y ofendido.

Mientras le pedía disculpas, mis ojos preocupados se dirigieron a su herida.

Vi que en su pecho comenzaba a botar sangre de nuevo, tiñendo un poco la camisa.

Me dolió el corazón de verlo así, y le dije con rabia:

—¡Tienes heridas en el pecho y en la espalda! ¡En vez de estar descansando, bajas a mitad de la noche! ¿Qué te pasa?

Mateo suspiró, como si estuviera conteniendo el enojo.

Me miró intensamente, apretando los dientes al decir:

—Estuve todo el día en
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