Él me habló en voz baja:
—Aurorita, mejor ya no hablemos de esto. Ven, vámonos ya. Si Mateo se entera, no vamos a poder salir.
Aunque siempre quise irme de esa casa, la situación de ahora me hacía dudar demasiado.
Mateo era cruel, impredecible, un verdadero loco.
Pensaba: ¿y si me voy con Michael y luego Mateo se desquita con él, o con Javier, o con Valerie? Todos ellos son mis amigos y no quiero que sufran por mi culpa.
Al principio, solo quería escapar. Por eso le conté a Valerie lo que me pasaba, para que buscara ayuda.
Pero ahora, viéndolo bien, creo que fui muy ingenua y egoísta.
Solo pensé en mi libertad y no en que, si alguien venía a ayudarme, ponía en riesgo a esa persona.
Mateo es de los que nunca olvida. Si fue capaz de tirar a la basura su propio dinero por hundir a Michael, ¿qué no haría si yo me escapaba con él?
Con solo pensarlo, me dio miedo y retrocedí.
Miré a Michael, seria, y le dije:
—Te agradezco muchísimo que hayas venido. De verdad. Pero no puedo irme contigo. No