No pude evitar mirarlo de reojo. No entendía esa necesidad de tenerme solo para él que mostraba todo el tiempo.
Mateo lo notó y enseguida me lanzó una mirada burlona:
—¿Qué pasa? ¿Verlos te puso feliz? ¿No quieres irte?
Sentí la molestia subiéndome por dentro. Este hombre de verdad desperdiciaba su apariencia con esa lengua tan venenosa.
Apreté los labios, llena de rabia, cuando la voz firme de Michael sonó detrás de mí:
—Aurorita, cuando esta película me haga famoso, vuelve conmigo. Para entonces, ya podré protegerte de verdad.
Mateo se detuvo en seco. No me quedó más remedio que parar también.
A su lado, lo miré.
Vi cómo sus labios formaban una sonrisa llena de burla.
No se dio la vuelta, pero su voz era puro desprecio:
—Mejor guarda esas promesas para cuando seas alguien.
Preocupada, recordé lo que Javier había dicho antes. Un escalofrío me recorrió la espalda.
¿Será que este hombre sí estaba pensando en arruinar el estreno de la película?
¿Y Valerie?
Ella había puesto todo en este