Por la posición e influencia de Mateo, la jefa de ginecología lo recibió de inmediato con mucha amabilidad.
—Señor Bernard, qué gusto tenerlo por aquí.
Mateo me señaló y fue directo al grano:
—Hágale un chequeo. Quiero saber por qué no logra quedar embarazada.
La doctora me miró al instante, evaluándome de arriba abajo, y preguntó:
—¿Tu ciclo menstrual es regular? ¿Te has hecho algún aborto antes?
Apreté los puños y me quedé callada, con los labios apretados.
La doctora me habló en un tono más severo:
—Te estoy preguntando algo. ¿Te has hecho un aborto o no? Más vale que digas la verdad.
Seguí callada.
La ginecóloga miró a Mateo.
Mateo me miró a mí, con sus ojos entrecerrados tan amenazantes.
Respiré hondo y respondí bajito:
—Nunca me he hecho un aborto. Mi ciclo no es regular.
La doctora no me prestó mucha atención y, mientras tecleaba en la computadora, le habló a Mateo:
—Bien, primero le voy a recetar unos análisis generales. Que se haga todos estos estudios, y cuando estén los resu