—Ay, no me refería a eso. Solo dije que no siempre es la mujer la culpable si no hay bebé.
—De cualquier modo, no pienso ir al hospital.
¡Ni loca! Si voy, ¿cómo voy a esconder que ya estoy embarazada?
Mateo me miró con una sonrisa que me dio un susto:
—Ya me hice unos estudios. No tengo nada. Hasta tengo mejor calidad de esperma que el promedio.
Esas últimas palabras me hicieron ponerme roja como un tomate.
Lo peor es que lo decía totalmente serio.
Nunca creí que de verdad iría al médico por esto. Parece que por su abuela está desesperado por ser papá.
—Entonces... —Mateo se acercó, clavándome la mirada— si lo hemos hecho tantas veces y no hay bebé, algo anda mal.
Apreté las manos y hasta se me quitó el hambre de la comida rica que tenía enfrente.
¿Qué hago ahora?
No puedo ir al hospital, pero ¿cómo le hago para que deje de obsesionarse con esto?
Pensé que Mateo solo me tenía para humillarme, pero ahora parece que en serio quiere un hijo.
—Deja de pelear —Mateo se recargó en la silla,