Me parecía raro que, con lo mal que lo habían tratado en este restaurante y lo rencoroso que es Mateo, ¿por qué no se había vengado?
Ahora que lo pienso, ¿no será que solo se ha desquitado conmigo?
No pude evitar preguntarme: ¿en serio fui tan horrible con él antes?
Mientras recordaba todo esto, Mateo ya me había llevado a una mesa apartada.
Me dio la carta:
—Pide lo que quieras comer.
Tenía mucha hambre y sabía que aquí la comida era deliciosa, así que el estómago me rugió.
No me hice la fina, agarré el menú y pedí mi platillo favorito.
Cuando terminé de pedir, Mateo pareció molesto:
—¿Solo eso?
Le contesté rápido:
—¿No cenaste ya con Camila?
Cada platillo aquí cuesta un ojo de la cara, y como no soy de comer mucho, pedir más sería tirar el dinero.
Mateo me miró sin decir nada, tomó el menú y empezó a ordenar más cosas.
Al final pidió como seis o siete platillos más.
No pude evitarlo y le dije:
—No pidas tanto, no voy a comerlo todo. Aunque tengas plata, no hay que malgastar.
Mateo se