¡Mi bebé!
En ese momento, mi mente se quedó completamente en blanco. Solo sentía un miedo enorme, un pánico increíble al pensar que algo le pudiera pasar a mi bebé.
Justo cuando estaba a punto de caer al suelo, un brazo fuerte me agarró por la cintura.
En el segundo siguiente, todo mi cuerpo se sintió envuelto en un abrazo frío y firme.
Ese aroma familiar me llenó por completo, y el corazón me empezó a latir más rápido.
—¿El... el jefe?
Desde dentro de la zona de archivo, todos exclamaron, sorprendidos. Corrieron desde sus puestos y rápidamente se pusieron a un lado.
Mateo me agarró para que no me cayera y luego me apartó como si nada.
Di unos pasos torpes hacia atrás, apoyándome en la pared.
Levanté la vista lentamente para mirarlo.
Él tenía una mirada seria, dura, con una expresión que decía claramente: "No te acerques".
Miraba a su alrededor, sin mostrar interés.
Preguntó sin emoción:
—¿Qué está pasando aquí?
Los compañeros se miraron unos a otros, sin atreverse a hablar.
Solo estar