¡Toc, toc, toc!
La persona en la puerta no decía nada, solo seguía tocando con fuerza.
Me levanté, molesta, y grité:
—¿Quién es? ¡Si sigues tocando así, llamaré a la policía!
—Ah, soy yo, la mamá de Ryan. Aurora, ¿puedes abrirme la puerta? Esta viejita quiere hablar contigo un momento.
Me quedé mirando la puerta, molesta. Apenas llego a casa y ya aparece la madre de Ryan. Seguro es por lo que pasó con él.
Bueno, mejor así. Una vez por todas, para dejar las cosas claras de una vez por todas.
Arrastrando mi cuerpo agotado, fui a abrir la puerta.
Tan pronto abrí, la madre de Ryan entró sonriendo, con un plato en las manos.
—Aurora, Ryan me contó al salir del trabajo que el patrón te castigó y estuviste trabajando todo el día. Justo hoy preparé un flancito y pensé que tú y tu bebé podrían tener hambre, así que te traje un poquito. Dale, dale, le eché jengibre y uvas pasas, es bueno para reponer energía. ¡Come antes de que empiece a derretirse!
Soltó el plato sobre la mesa del centro sin mi