La mamá de Ryan me estaba tirando indirectas bastante claras, y claro que me di cuenta de su sarcasmo.
Sonreí un poco y le dije:
—No hace falta, todavía tengo que trabajar.
Después de eso, seguí mi camino.
Detrás de mí, ella se reía:
—No vayas a querer caerle bien al patrón a escondidas, ¿eh? Acá hay mucha gente, y si haces el ridículo, todos te lo van a recordar.
Sabía que me estaba advirtiendo que ni soñara con acercarme a un tipo con dinero.
Me limité a sonreír sin darle importancia y me fui directo a la oficina.
Cuando entré, todo era un alboroto.
Normalmente, ahí casi ni se escucha ni un murmullo, solo el ruido de los papeles y los teclados.
Pero hoy, apenas puse un pie adentro, todos hablaban al mismo tiempo.
Muchos decían que, si el patrón seguía ahí al salir del trabajo, iban a ir a verlo.
Me dio risa, parecía que hablaban de un famoso.
Algunos compañeros se me acercaron y me preguntaron si quería ir a ver al jefe tan simpático.
Yo solo me reí y les dije que no.
Por la segurida