De repente, Ryan dijo, emocionado:
—¡Mamá, tenías razón! Aurorita sí que sabe. Hoy fue a la obra a buscar trabajo de encargada de archivos y la contrataron al toque. ¡Empieza mañana!
—¿En serio? —La mamá de Ryan me miró con los ojos de par en par.
—¡Con razón se ve tan culta! Ay, si yo tuviera una hija como tú...
Me sentí algo apenada con sus palabras.
Y desde ese momento, noté que la mamá de Ryan me miraba de una manera extraña.
Rápido cambié de tema, mirando los platos mientras sonreía:
—Doña, todo se ve delicioso, seguro está riquísimo.
—¿Ah, te parece? —La mamá de Ryan me sirvió más comida.
—Si te gusta, que no te de pena repetir. Ven cuando quieras, no seas boba.
Sonreí y asentí, aunque por dentro pensaba que no quería abusar de su amabilidad.
La tía me sirvió todavía más, y le hizo señas a Ryan para que me sirviera también.
Al instante acerqué el plato a mi boca y comí sin decir nada.
Ryan me sonrió, medio torpe, y su mamá lo miró de reojo, como regañándolo en silencio.
Seguí com