Carlos tomó el plato de inmediato y me dijo con dulzura:
—Aurora, ven, come un poco.
—Carlos... —lo miré.
—¿Cómo está Camila ahora?
Aunque lo que había pasado en esos dos días era imposible de aceptar, había planeado mi venganza durante tanto tiempo que necesitaba saber el resultado.
Carlos bajó la mirada de repente.
Su expresión era difícil de describir, como una mezcla de amargura y dolor, pero cuando habló, su voz sonó sorprendentemente tranquila.
—Después de que la policía se la llevara, la mandaron directo al hospital. Está muy grave, sigue inconsciente. Y no estaba embarazada... solo que... esos tres hombres la destrozaron. Le extirparon el útero. Ahora mismo es prácticamente una muerta en vida, y aunque despierte, lo que le espera va a ser un castigo muy duro de la ley.
No sentí absolutamente nada al escucharlo. Esa mujer había hecho tanto, tanto daño... que sentí que cualquier forma de morir era barata para ella.
—Y sobre Bruno... —continuó Carlos—. Como fue cómplice, también v