—Sí. —Asintió, serio.
Iba a suspirar, pero me contuve.
“Bueno, de todos modos tengo que ponerme el vestido, da lo mismo si me lo pongo ahora o más tarde”.
Poco después fui al baño y me puse el vestido de novia. Cuando salí, la mirada de Javier se volvió de repente más penetrante; me miró fijamente y empezó a caminar hacia mí despacio. Su mirada era tan intensa que me dio un poco de miedo. Sin darme cuenta retrocedí dos pasos. Al instante, extendió la mano, me abrazó por la cintura y me acercó a él. Me miró fijamente y me dijo con voz grave:
—Aurora, te ves hermosa con este vestido de novia.
No sabía cómo me veía, ni siquiera me miré al espejo; solo quería ponérmelo rápido para que lo viera y así irme a ver a Carlos lo antes posible.
—Aurora, nunca imaginé que un día te vería con un vestido de novia para mí.
Su mirada estaba tan llena de cariño que casi hacía que olvidara que el que me había maltratado, encerrado y forzado no era otro que él.
Miré a otro lado con indiferencia:
—Ya te