Indira respiró hondo, claramente sorprendida.
Dije rápido:
—Parece que Indira está muy cansada hoy y se confundió de habitación, o tal vez se equivocó de piso.
Como esperaba, Indira me siguió la cuerda enseguida:
—Ay, Aurora, mira mi memoria... sí, sí, me equivoqué. Primero Mateo y yo fuimos a la 1607, pero ese cuarto tenía mal olor, así que luego nos cambiamos a la 2008 en el piso veinte. ¡Qué despistada! Gracias por recordármelo.
Era obvio que Indira ya sospechaba que yo la estaba cuestionando. Al menos fue astuta para cambiar su versión. Con una sonrisa irónica, le dije:
—Tu memoria de verdad necesita mejorar, ¿no? Si no, ¿cómo vas a seguir trabajando junto a Mateo?
—Sí, acepto que tienes la razón —respondió Indira, incómoda.
En ese momento, Alan se mostró disgustado, listo para enojarse. Yo, seria, le contesté:
—Es gracioso. Solo trataba de darte un recordatorio amistoso, ¿y ahora crees que te estoy regañando? Para que lo sepas, tú entraste al equipo de Mateo por tus propios medio