Alan se molestó de inmediato.
—Ya sé que no lo quieres, pero no imagines que le pasan cosas malas, ¿sí?
—No estoy imaginando nada, hablo en serio —dije apresurada.
El hombre que conversaba con Alan se rio un poco.
—Tengo algo pendiente, los dejo —dijo antes de marcharse.
Cuando se fue, Alan dejó de disimular su fastidio y me gruñó:
—¿Otra vez estás loca? Tu prometido no te acompaña y vienes a molestarme a mí y a Mateo. Si finalmente ibas a ponerte así, ¿para qué demonios lo abandonaste? ¿Para qué elegiste a…?
—Mateo me llamó hace un momento. Sonaba muy mal —lo interrumpí de golpe.
Alan se quedó congelado.
—¿Te llamó…?
—Sí. Y la llamada se cortó de repente. Cuando intenté devolverle la llamada, no contestó. Por eso creo que le pasó algo.
—Eso es imposible, Indira está con él. ¿Qué le podría pasar? —murmuró él, aunque sacó su teléfono, dudando.
Primero le marcó a Mateo. Como era de esperar: no respondió.
Su puso preocupado; me tomó del brazo y me llevó hacia un rincón más silencioso. Lue