Javier no dijo nada. Yo sabía que él no creía lo que acababa de decir.
Sin confianza, cualquier explicación resultaba inútil.
Suspiré y dije en voz baja:
—Tú descansa bien. Mañana volveré a verte.
Me puse de pie para irme.
Carlos se puso nervioso y me detuvo de inmediato.
Él miró a Javier y preguntó:
—¿Qué pasó entre ustedes? Estaban bien y de repente… ¿por qué están peleando otra vez?
—Váyanse. Quiero estar solo —dijo Javier, por fin, en una voz baja y distante.
Carlos apretó los labios; no sabía qué más decir.
Dejó la bolsa de comida en la mesita:
—Te compré algo para cenar. Cómelo mientras esté caliente.
Javier no respondió.
Carlos suspiró, tomó mi brazo y me llevó hacia afuera.
Ya en la salida del hospital, me miró preocupado:
—Aurora, ¿qué está pasando entre ustedes dos? La boda ya casi llega…
—Tranquilo —respondí con seriedad.
—No importa lo que pase entre nosotros, no afectará tu boda con Camila.
Apenas lo dije, Carlos se desesperó.
—No es eso lo que quiero decir. Yo estoy preoc