Camila miró al hombre misterioso, muy intrigada.
—¿Qué pasa? ¿El señor planea dejarlo con la vida porque aún le sirve para algo?
—No… —el hombre se rio—. ¿Para qué podría servirme? ¿Amenazar a tu hermano? ¿O a quién más?
—Entonces usted…
—Solo quiero recordarte algo. Antes de tirarlo al mar, asegúrate de darle unas cuantas puñaladas más. Confirma que está realmente muerto antes de lanzarlo. Si por casualidad una embarcación pesquera lo rescatara o algo así… para ti sería un problema, ¿no?
Yo seguía observando al hombre misterioso con atención.
¿Por qué no se giraba? Aunque fuera para mirar el mar.
Justo mientras pensaba eso, por fin volteó hacia el horizonte.
Y en ese instante, logré ver claramente su cara.
Pero, para sorpresa mía, ese hombre no era Michael.
¿Entonces qué pasaba?
Si no era Michael, ¿por qué estaba ayudando a Camila a enfrentarse a mí y a Mateo?
Además, su voz se parecía mucho a la de Michael y, cuando mencionaron a Javier antes, su tono también fue extraño.
Con esas se