Después de una pausa, Javier volvió a sonreír, mirándome con una intensidad que me hizo estremecer.
—Aurora, tú misma dijiste que la persona a la que de verdad amas soy yo, que nunca te ibas a volver a separar de mí. Entonces, ¿qué diferencia hay entre casarnos pronto o más tarde? A menos que…
Lo miré con el corazón en vilo.
—¿A menos que qué?
—A menos que todo fuera mentira. A menos que nunca hubieras pensado en estar conmigo a largo plazo, y mucho menos en casarte conmigo.
En ese instante no supe si fue por culpa o por miedo, pero me quedé sin palabras.
Javier me levantó la barbilla con los dedos y, en sus ojos oscuros, vi una sombra inquietante.
—Habla, Aurora. Dime, ¿ese día ibas a aceptar casarte conmigo?
Intenté mantener la calma mientras pensaba rápido en qué decir. Al final asentí, con una sonrisa.
—De acuerdo. Si no te parece apresurado, ese día podemos celebrar la boda junto con ellos.
Sabía que la boda de Camila y Carlos no se iba a llevar a cabo con normalidad. Camila nunca