Me puse tensa de inmediato.
—¿Qué pasa? —pregunté, con el corazón encogido.
Últimamente habían pasado tantas cosas que mi mente vivía en alerta.
Cuando lo escuché así, temí lo peor.
Javier apretó los labios antes de responder:
—Hoy fui a ver a Valerie... y salí con algo de fe.
—¿En serio? ¿Entonces va a despertar? —pregunté, impactada.
—Aún no puedo asegurarlo —contestó con seriedad—, pero revisé sus signos vitales y noté que las funciones corporales están mejorando. En otras palabras, hay una posibilidad real de que despierte.
—¿En serio? —mi voz temblaba de emoción; las lágrimas casi me ganan.
Javier asintió.
—Ya contacté a un ortopedista que conozco; va a venir a examinarla. Por ahora, todo indica que su cuerpo se está recuperando y eso es una excelente señal.
—¿Cuándo va a venir el ortopedista? —pregunté, impaciente.
—Después de Navidad —respondió.
—Está muy ocupado y quiere pasar las fiestas con su familia.
—Está bien —dije, conteniendo el llanto.
—Saber que Valerie puede desperta