Apreté los labios.
Recordé cuando Mateo se unió con otros de la familia Dupuis para derribar a Waylon y no pude evitar preguntarle:
—¿No podrías intentar lo mismo otra vez? ¿Buscar a la familia Dupuis y enfrentarlo juntos?
Cuando me escuchó, Mateo se rio un poco, sin ninguna alegría.
—Ellos ahora controlan toda la economía de Zuheral y allá se mueven como reyes —dijo—. No se van a ensuciar las manos con esto porque el amenazado no es ninguno de ellos. Además, Waylon ya no es el mismo de antes. Mientras no vuelva a cobrarles las cuentas del pasado se sienten afortunados. ¿Tú crees que van a atreverse a provocarlo de nuevo?
Suspiré, inquieta por todo.
A este ritmo parecía que no había manera de detener a Waylon.
Mateo me abrazó mientras nos acomodábamos en la cama y me sonrió.
—Basta, no te angusties más. Déjame a mí manejarlo. Duérmete ya. Mira esas ojeras que traes.
Me acurruqué contra su pecho y hundí la cara en su abrazo.
Decidí no seguir preguntando. Solo iba a darle más motivos pa