¿Por qué Alan seguía siendo tan impulsivo?
¿Sería que los mensajes en redes —las bendiciones hacia Carlos y Camila y los insultos contra Valerie— lo habían provocado?
Si no fuera por Waylon y solo se tratara de Carlos y Camila, en Ruitalia Mateo todavía podría proteger a Alan sin mayores líos.
Pero esto, en realidad, era una trampa de Waylon.
No iba a ser fácil de resolver.
Y lo peor: temía que Waylon usara a Alan para chantajear a Mateo o, peor todavía, que, sabiendo que Alan era su amigo, se vengara haciéndole daño justo a Alan.
Bajé corriendo las escaleras.
Cuando llegué al descanso, escuché un llanto desesperado: era la voz de Chloe.
—¿Qué vamos a hacer, Mateo? —sollozó.
—Acabo de ir al centro de detención y no me dejaron verlo. Dijeron que aún no permiten visitas. Mateo, por favor, tienes que pensar en algo… sálvalo, te lo ruego…
Desde el último peldaño vi a Chloe llorando frente a Mateo, la cara marcada por la angustia.
Tantas desgracias seguidas la envejecieron de golpe.
Mateo l