Se vio cómo Waylon se hizo a un lado de inmediato.
Igual, la hoja le alcanzó a cortar el brazo y empezó a sangrar al instante.
La rabia de Waylon se disparó de golpe. Se paró, furioso:
—¡Mateo, eres un maldito loco, ¿quieres que te maten?!
Con su grito, todos los guardaespaldas de la sala se nos vinieron encima.
Alan y yo estábamos muertos de miedo.
Pero Mateo, como si no entendiera lo grave del asunto, seguía viendo a Waylon con esa mirada desafiante.
Me apuré a hablarle a Waylon:
—Señor Dupuis, por favor, no se enoje. Todos cometemos errores cuando nos dejamos llevar. Él... él tiene un carácter fuerte, no se lo tome personal, ¿sí?
Mateo me lanzó una mirada de rabia, como si le molestara que me metiera.
Pero no me importaba.
Lo único que quería era salir viva de ahí.
¿Y si Waylon en serio nos mataba esa noche y hacía que nadie nunca nos encontrara? Ni nuestras almas iban a saber a dónde ir a buscar justicia.
No exagero. Aquí él mandaba, podía tapar cualquier cosa.
Waylon respondió ent