Nuestra Vida: 46. Nuestro Momento
Varios días después: 27 de septiembre
Los días previos a la boda fueron como un suave despertar después de una larga noche de tormenta. Al principio, la presencia de nuestros padres bajo el mismo techo despertó recuerdos, heridas y silencios incómodos. Pero poco a poco, entre charlas tímidas y miradas que buscaban entendimiento, algo comenzó a fluir.
Las conversaciones que antes parecían imposibles se volvieron conversaciones necesarias. Compartimos cafés en la cocina, risas suaves que rompían la tensión, y hasta discusiones honestas, sin reproches ni resentimientos. Aprendimos a escucharnos, a reconocer los errores sin justificar, y a permitirnos perdonar.
Ver a nuestros padres cargando a Dylan y Atenea, sonriendo por primera vez en mucho tiempo, fue una imagen que se quedó grabada en mi corazón. Era como si el peso del pasado comenzara a desprenderse, reemplazado por la esperanza.
En esas tardes sencillas, sin grandes planes ni prisa, entendí que la reconciliación no era un milagro,